lunes, 26 de octubre de 2020

25 de Octubre

En 2019 fue un sábado y se autoconvocaron millones de personas en las principales ciudades de Chile.

Un año después se manifestarían en las urnas más de siete y medio millones democráticamente en un plebiscito.

El resultado, con más del 78% se aprueba el inicio de un proceso constituyente para cambiar la Constitución de la República.

Una verdadera catarsis se vivió en las calles desde la tarde a la noche, en la medida que los cómputos daban ganadora la opción apruebo.

 

Pero ¿qué significa que más de un 40% de las personas habilitadas para votar hayan tomado esta decisión?

¿Por qué la euforia por cambiar la constitución?

¿Qué hay detrás de marcar apruebo?

Son preguntas que quedan para los sociólogos, analistas, periodistas y muchos otros expertos.

Pero esto ha sido un proceso y la gente ha manifestado a lo largo de los años su frustración, desencanto, incluso en un momento su desesperanza.

En el apruebo se manifiesta el deseo de un cambio, que normalmente se ocupa en las elecciones para ganar a los "incumbentes"; y hay que mirarlo con atención, porque los políticos no fueron capaces de capturar ese deseo de cambio y canalizarlo.

 

El apruebo excede nuestras fronteras, porque los decepcionados andan murmurando en las calles del mundo. Tratando de surgir como se los ofreció, honestamente, sin trampa, sin empujones, sin coimas.

El mundo está en rebeldía contra los corruptos, ladrones, devoradores de cualquier ecosistema generoso o que pueda ser explotado.

Las primaveras vienen emergiendo de distintas maneras hace años, ante la sordera, ceguera y silencio de los responsables de conducir las naciones a un lugar mejor.

Este cambio no es aislado, no es local, es de época y creo que Chile está tomando el desafío de la mejor manera, veremos si estamos a la altura de semejante tarea.

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